Detrás del arco de Progreso, en los tablados donde se lució la Reina de la Teja, colaborando en la Policlínica Movimiento Vecinal Solidario, en el merendero y donde la solidaridad llame a su puerta. Conversamos con la Perica de sus pasiones tejanas.

La casa de la Perica es una galería de colores amarillo y rojo, los planteles históricos del gaucho, banderines, fotos familiares en la pared con marcos a tono, la bandera de Progreso, hasta las almohadones rinden tributo a un club que no sería el mismo sin hinchas como la Perica y al salir de allí, uno no se imagina a la Perica sin estos amores tejanos.

La Perica

Nací en la Teja en el año 41. Mis abuelos son fundadores de la Teja, nacimos todos acá cerca en la calle Ascasubi. Veníamos a la escuela Ancap y mi padre trabajaba en el frigorífico nacional, falleció muy joven desgraciadamente y mi mamá que era ama de casa se puso la familia al hombro.

Más pueblo que barrio

El barrio era como una gran familia, en esa época era más un pueblo que un barrio, no se salía mucho de sus fronteras. En nuestra familia nacimos, nos criamos y nos fuimos quedando acá en el barrio, tengo nietos y bisnietos todos de La Teja, nadie pensaba en irse, todos los sueños y proyectos estaban ligados al barrio.

Cuando viene gente de otro lado, te dicen que acá son todos como de la familia. Cuando crecimos también formábamos nuestras parejas con gente del barrio y así se fue ampliando la familia entre vecinos. Íbamos al Cine Miramar, toda la vida social pasaba acá en el barrio. Los tejanos tenemos puesta la camiseta, todo lo que podamos hacer en el barrio, lo hacemos.

¿Cuándo nació tu pasión por Progreso?

Desde siempre, no me recuerdo sin Progreso, siempre fuimos a la cancha. En esa época Progreso no tenía baby y con mi esposo ayudábamos en los clubes donde jugaban nuestros gurises. A los 17 años uno de mis hijos comenzó a jugar en las juveniles de Progreso, ahí ya nos metimos más en el club y nunca paramos, haciendo cantina, recolectando plata para los boletos, hacía la masa de las tortas fritas en casa y las vendíamos en la cancha, de todo.

Para lo que se precise

Dábamos una mano donde se necesitara, de repente traían un jugador de afuera y había que darle una mano. Me acuerdo de Jacinto Cabrera, me traía los pantalones para hacerle el dobladillo, cuando cobraba en Progreso se compraba un vaquero y venía a mi casa. Hacíamos lo que se precisará en el club, si había que coser cosías, lavar un piso, incluso ahora por más que estemos en primera, para lo que se necesite yo estoy.

Te vas sintiendo parte, lo mismo nos pasa con la Reina de la Teja. En casa hacíamos la ropa de la murga, los sombreros, todo. Cuando la Reina salió con las cabezas de los políticos, las hicimos acá. Es toda una vida ligada a Progreso y a la Reina, una le tomó mucho cariño, entonces que no me hablen mal de ninguno de los dos porque me van escuchar, por más que tengan razón en lo que dicen.

La Policlínica Movimiento Vecinal Solidario

Por ese tiempo yo también colaboraba en una Policlínica que tuvimos por 25 años acá que se llamaba Movimiento Vecinal Solidario. Los médicos venían gratis, era todo solidaridad, recuerdo que venía como pediatra el cantante Gabriel Peluffo. La policlínica funcionaba en el ranchito de Roberto, el médico. No teníamos ni donde sentarnos, los remedios los guardábamos en cajas de zapatos abajo de su cama. Ahora la gente está más ocupada en otras cosas, la tuvimos que cerrar porque se precisa mucha gente para llevar un proyecto así adelante.

El merendero

Después pusimos un merendero en las viviendas de ayuda mutua Covitea, siempre estábamos poniendo algo, ahí le dábamos una leche a los chiquilines a la tarde, había mucha gente trabajando para el barrio. Todas esas cosas que vivimos que fueron muy lindas, los gurises que iban al comedor, que ahora son hombres y mujeres, siempre que me los cruzo me dicen “te acordás cuando nos dabas la leche, cuando nos rezongabas, etc.”

¿Por qué ha caído la militancia?

Yo no sé por qué, será que la gente está más ocupada en otras cosas, porque mira que antes la gente también trabajaba y hacíamos cosas igual, ahora todo el mundo te dice que no tiene tiempo. Ahora no estoy haciendo nada, voy a ir ver a Progreso nada más y se extraña la militancia.

Mujeres detrás del arco

No tiene muchos años, nosotros siempre nos sentamos detrás del arco. Un día no sé quien fue que dijo “che nos podríamos hacer unas remeras que digan las mujeres atrás del arco”, ahí surgió la idea y nos hicimos las camisetas. Hay mucha cantidad de mujeres en la cancha pero las que estamos ahí en ese montoncito bien atrás del arco somos alrededor de quince. Vamos a todas las canchas, no solo de local.

El otro día me calenté conmigo misma, le digo a mi amigo Juan Ramón “pero escúchame, nosotras estamos atrás del arco para tener una camiseta nada más, no pará… si no haces algo no sirve de nada”. Yo ahora ya estoy mayor capaz no tengo las mismas energías de antes, tengo un marcapasos puesto, pero siempre estoy pensando que algo tenés que hacer para colaborar.

Marcapasos de una pasión

Después de un partido que vine de Rocha me pusieron un marcapasos, viste que pasas muchos nervios (risas). Me acuerdo que me había dado un pico de presión y me tenían en el CTI. En eso viene el doctor y me dice que me tienen que poner un marcapasos. Lo primero que le pregunte es si podía seguir yendo a ver a Progreso, se moría de la risa el médico. Me da gracia porque cuando tenemos un partido medio bravo todo el mundo me pregunta “¿Perica el marcapasos como lo tenés, te lo fuiste a controlar?”

Vayas donde vayas

El otro día no pude ir contra Atenas porque estaba lloviendo mucho y tenía la presión alta, si me cuido de no hacer esas locuras a veces es por mis hijos, para no complicarlos y que me tengan que andar cuidando. Fue el único partido de este invierno que me perdí.

Al interior antes íbamos en ómnibus, ahora una amiga que tiene un autito me lleva. Siempre tratamos de que las personas mayores vayan en autos y los más jóvenes que se tomen un ómnibus, nos trasladamos todas donde juegue Progreso.

Las ganadas

El año pasado que subimos a la A, no se te olvidan nunca esas alegrías, son unas emociones impresionantes, yo me pongo a llorar y lloro y lloro. Ves los chiquilines que juegan en Progreso y les tomas cariño, todos los fines de semana los ves que defienden tu camiseta con sacrificio. Ya pasa de ser hincha, hay un montón de cosas y años que nos unen al club que es una relación de cariño. Con la Reina de la Teja lo mismo, yo no voy a ver ninguna murga sino es la Reina.

Cuando salimos campeones en el 89, que te puedo decir… duraron días y días los festejos, no terminamos más de festejar. Tengo la foto ahí de los campeones, son como si fueran hijos de nosotros, el canario Coccaro que ahora juega el hijo en Progreso, la Pocha Fernandez de acá de la otra cuadra, Jacinto Cabrera que le hacía los dobladillos del pantalón, Falero, Jhony Miqueiro, somos como de la familia. Estos jugadores nunca más se olvidaron de Progreso, si tienen tiempo de venir los ves en la cancha.

Hincha

Yo soy hincha positiva, a mi gusta que ganen pero siempre siento la emoción de ver a mis jugadores dejando todo por el equipo. Nosotros siempre decimos, “Progreso, hoy jugó a lo Progreso”, toda la vida fue un cuadro metedor, de dejar el alma en la cancha. El día que suben o que fue un partido bravo que ganaron, vos le tenés que dar un aliento, los abrazas, les decís muchas gracias por lo que hicieron por nosotros.

Cuando viene un jugador de otro lado, también le damos las gracias porque están jugando por tu cuadro y defendiendo al barrio. Hay gente que no se fija en eso y dice “si juegan porque les pagan”, primero que nada es su trabajo y segundo les pagan cuando cobran…que no es siempre.

Yo me enojo mucho cuando escucho en la tribuna que este no mete, que este lo otro. Primero hay que preguntarle a esa persona si almorzó, si pudo pagar las cuentas, hay que ver la situación de las personas. Ahora en la A no pasa tanto, pero cuando estábamos en la B venían los chiquilines a comer a nuestro comedor, o tuvo que trabajar antes de ir a jugar o está pensando que no llega a pagar el alquiler.

Gauchos con la celeste

Es una emoción tan grande, con mi esposo siempre íbamos a ver la selección uruguaya al estadio. Pero cuando había un jugador de nuestro cuadro sentíamos la obligación de ir a alentarlo y llevar la bandera de Progreso. En el mundial me pasó de ver la bandera de Progreso y te emociona.

Yo voy a todos los lados con la bandera de Progreso, llevó la de la Reina de la Teja también. A todas las manifestaciones, sea de lo que sea voy con mi bandera de Progreso, así sea la marcha del silencio. Así me identifican, ven la bandera y dicen allá esta la Perica. Yo la llevo porque es algo que sentís, que te identifica.

La Reina de La Teja

Para mí la Reina de la Teja y Progreso son la misma cosa, la misma pasión. Cuando salió la Reina estaba toda la gente del barrio. En el fondo de casa poníamos mesas y se hacía todo acá, se cosía, se hacían los muñecos. A veces terminaban de madrugada y se tiraban a dormir en el comedor.

Después alquilamos la casa de la Reina en Benito Riquet y José Castro. Allí se enseñó computación, daban las clases José Morgade y su señora, venían niños a hacer los deberes, los días de ensayo vendíamos refrescos, hamburguesas y chorizos para sacar fondos para la ropa.

Si no está la Reina, no me llama la atención el carnaval. A mí siempre me embroman y les digo que el día que una murga haga las letras que hizo José, voy a verla. Lo que escribió José y cantó la Reina para mi es inigualable, te hacían llorar.

En las malas

Mi marido que estaba en el sindicato de Aebu se tuvo que ir varias veces de casa porque lo perseguían y había como un ensañamiento en el barrio en la dictadura. Con los vecinos nos avisábamos cada vez que veíamos algún movimiento raro, algún auto de ellos.

La puerta del comedor de mi casa siempre estaba abierta, los muchachos que se juntaban en la esquina a conversar, no se podía ni charlar imagínate, si veían algo raro se metían para casa. En esa época dejábamos frazadas por las dudas, por si alguien necesitaba guarecerse en el living. La Teja se compone de eso, de que todos nos apoyamos en todos.

Los tejanos

Los tejanos somos muy especiales, es el único barrio donde la gente camina por la calle. La gente que viene de otros barrios le agarra un cariño tan grande, todo el mundo te dice “yo no sé qué tiene La Teja, que no te querés ir de La Teja”. Nos conocemos todos y si no nos conocemos, tratamos de que nos conozcan los vecinos nuevos y llevarnos bien.

Cuando llegó el de la farmacia hace unos años, le dijimos vos acá te tenés que comportar así y así, sino mira que no te entra nadie, porque los tejanos si queremos hacer un boicot, lo hacemos (risas).

Me gustaría que nunca perdamos lo que tenemos, la solidaridad, la unión, que es la esencia de La Teja, de lo que fuimos, de lo que somos y tenemos que seguir siendo. Que siempre estemos unidos en todos lados y más donde nos precisen, nos conozcamos o no, ahí tenemos que estar.

Nosotros nos formamos viendo a otros tejanos de antes, con familias en las que todos tiraban parejo. No vamos a ser todos idénticos y pensar igual, pero todos tenemos que tirar del carro por igual, yo le pido a los tejanos que nunca nos olvidemos de eso. Venimos de familias de trabajadores, de obreros, siempre luchando por el barrio y el pueblo.

Por Mateo Butin.

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