En la esquina de Laureles y Agustín Muñoz se encuentra desde hace 100 años la Agrupación Obrera La Casilla. Hasta allí fuimos para conversar con Macarena y Viviana sobre el recorrido de la organización acompañando al barrio y su devenir desde 1923

Macarena: Soy de la comunidad de Hermanas Franciscana del Verbo Encarnado, que somos quienes llevamos adelante el proyecto. Yo estoy acá desde hace unos cinco años y mi rol es como animadora de la comunidad, trato de coordinar el trabajo de la casa junto a las hermanas Karen y Zulema. Viviana es la coordinadora del Centro Juvenil hace años y la referente de ese proyecto. 

Los inicios de La Casilla 

Macarena: La Agrupación Obrera La Casilla nació en 1923. No con las Hermanas, en realidad no estábamos ni fundadas todavía porque somos una congregación de 1930 La Casilla ya existía antes de nosotras. 

Nació porque hay una señora que se llamaba Queta Pareja de Regules que vivía en el Prado y un día un recolector de residuos la conoció y le pidió apoyo para su formación cristiana, porque tenía interés de casarse por iglesia y hacer un camino de fe. Esta señora pertenecía a la sociedad San Vicente de Pol que se dedicaban sobre todo al trabajo asistencial en los barrios. Lo fue acompañando, este señor se entusiasmó, invitó a otros obreros y de a poco se fue armando un grupo bastante numeroso. 

Buscaron un local porque ya dónde se reunían no podían e hicieron una casilla de madera con tablones en este mismo lugar Laureles y Agustín Muñoz y tomó ese nombre La Casilla, porque era una casilla literalmente de madera y techo de chapa.

Al poco tiempo fueron más de 100 y vieron que era necesario ampliar el local y se pusieron en obra, durante unos diez años más o menos los acogieron los padres salesianos acá cerca de Plaza Lafone, mientras hacían la construcción de los salones.

Al principio esta señora Queta acompañaba, pero los obreros comienzan a organizarse solos, a armar comisiones y darle otros sentidos y propósitos a La Casilla. Por ejemplo, iban a visitar a otro obrero que estuviera hospitalizado, armaban un surtido para otra persona que estuviera pasando dificultades y cosas así.

¿Cuáles fueron los cometidos de las primeras reuniones en La Casilla?

Macarena: Lo que entiendo es que tenían un camino desde la fe porque tenían mucha formación cristiana, se preparaban para sacramentos, bautismos, comuniones y cosas así. Al mismo tiempo también tenía fines de recreación, había mesas de pingpong y era como la alternativa al salir de trabajar para no irse derecho al boliche. 

El objetivo no estuvo determinado de antemano, sino que fueron respondiendo a lo que ellos veían que se necesitaba. Eran tiempos en que no había tantos derechos para los trabajadores y había que colectivizar los cuidados, comenzaron a hacer compras comunitarias para tener la canasta con más bajo costo y a realizar talleres de formación 

Las Hermanas del Verbo Encarnado en La Teja

Macarena: Esos primeros años funcionó La Casilla con Queta y un grupo de gente que le interesó lo que estaban haciendo y formaron una comisión con su personería jurídica, estatutos, comisión directiva, fomento, etc.  

Así funcionó unos 20 años exclusivamente con estos grupos, creo que venían también grupos de señoritas de la Acción Católica y gente voluntaria, un escribano, una abogada, la familia de Queta tenía vínculos en ese medio. 

Después esta misma señora pidió apoyo a otra congregación, Las hermanas de Schoenstatt que ahora están en Nueva Helvecia. Ellas estuvieron unos diez años trabajando con esa comisión que acompañaba, no hay mucha información de esa época.

Lo siguiente que sabemos es que Queta seguía siendo la fundadora y el alma mater de la obra, conoció a la fundadora de nuestra congregación cuando vino de visita al Uruguay y le solicitó nuestra presencia acá en La Casilla. Las hermanas nuestras estaban en Uruguay desde el año 49, en el departamento de Maldonado.

¿Las hermanas vienen de Italia? 

Macarena: Sí, al principio estuvimos en el sur en Calabria, en un tiempo que era más pobre ahora es más turística y en este momento la casa principal queda en Fiesole que es cerca de Florencia.  

En el año 50 y poco desembarcamos en La Teja. En esos años era un barrio más aislado que ahora por cuestiones de transporte, pero con mucha presencia de fábricas. Siempre hubo mucha relación con Bao, Coviplan, muchos obreros de estos lugares venían aquí.  

¿Cuándo se empieza a identificar a La Casilla como un lugar de formación? 

Macarena: En el área de formación cristiana desde el inicio. En cursos de formación era más esporádico, hasta que se fundó la Academia de oficios en el año 40 y pico, no tengo bien el dato del año pero cuando llegó mi congregación ya estaba. 

Más allá de los obreros que necesitaban capacitarse, lo que pude ver repasando la historia es que fueron entrando más las mujeres. Al principio tú ves las fotos, eran todos varones y Queta en el medio. Después los cursos fueron apuntalando a las mujeres que no tenían mucha oportunidad de formación. Las esposas o las hijas de los obreros concurrían a esos cursos, porque comenzaba además la necesidad de que la mujer saliera también a trabajar, fueron cambios progresivos en el país. 

Los cursos al principio eran corte y confección, dactilografía, campos en los que las mujeres encontraron salidas laborales. También había cursos complementarios a la escuela como inglés, talleres de bordados, pintura.

¿Qué guió el trabajo de La Casilla a través de los años?

Macarena: La Casilla fue respondiendo a necesidades. Por ejemplo, en un tiempo no había casi policlínicas por aquí, entonces de a poco se fue como generando una pequeña policlínica que funcionó unos cuantos años con médicos voluntarios y después con el tiempo también dentistas, psicólogos, etc. 

¿En qué años más o menos? 

Viviana: No sé bien en qué año empezó, pero en 1985 seguro que ya estaba. En el 98 cuando todavía no era CAIF la Casa Maternal, los niños que ingresaban al CAIF se atendían con la pediatra de la policlínica. 

Macarena: Dentro de esas necesidades a las que fue respondiendo La Casilla, una fue esa área de la salud y después con el tiempo donde la mujer ya no necesariamente estaba en la casa cuidando a los hijos, salía a trabajar, era jefa de familia, surgió la necesidad de tener donde dejar a los niños. 

Así nace la Casa Maternal que está cumpliendo casi 50 años, al principio era con ese concepto guardería, no era tanto el enfoque que tienen ahora el Plan CAIF que es mucho más pedagógico pero era importante, era la alimentación, el cuidado de los niños.

¿Cómo se financiaba la Casa Maternal?

No había aportes del Estado, la construcción se realizó mediante donaciones, Kermesse, Rifas y todas esas cosas Encontré unos cuantos recortes de diarios sobre “las tres tareas de la buena voluntad”, no sé si era un programa de televisión o algo así, se ve que tomaban como instituciones y recaudaban fondos con juegos que hacían y varios programas se ve que los dedicaron a la construcción de la Casa Maternal.

Las hermanas nuestras de Italia apoyaron mucho también, en los primeros tiempos de la casa maternal la gente pagaba una pequeña cuota, la que podían, pero con eso no se sostenía todo. Las hermanas mandaban contenedores de ropa usada de Italia, con eso se hacía venta económica y ayudaba en gran parte para la manutención. 

La Casilla fue acompañando también el cambio de políticas de Estado, el antecedente del Centro Juvenil actual sería como esa academia de oficios. 

Viviana: Cambió esa política y aquello de los oficios, de la orientación laboral, de la educación formal, el acercamiento a los bachilleratos y al ciclo básico más o menos acompasado en esa época. En el 97 se hicieron las reformas y se convenió con Anep e Inau, que llegó un poco más tarde a esto de las políticas de Centros Juveniles. 

Macarena: Ahí es más específica la población que se atiende, es para adolescentes directamente de 12 a 17 años. También eso ha ido como evolucionando con el enfoque que el Estado mismo le ha ido dando a los Centros Juveniles y también nosotros con esos cambios.

Lo mismo en la Casa Maternal, cuando nació el Plan CAIF que ahora cumple 35 años, el Estado empieza a invertir en la primera infancia y se establecen convenios con las organizaciones de la sociedad civil, con ello se van como estableciendo lineamientos mucho más regulados de cómo funcionar y con un enfoque más pedagógico. Al inicio de la Casa Maternal teníamos bebés desde tres meses hasta los cinco años, no había jardín desde los 3 años, ni la estimulación oportuna, todos esos cambios lo vivimos también. 

¿Cómo se han adaptado a los cambios propuestos por las políticas de Estado? 

Macarena: En algún campo se dejó de existir, cuando fuimos viendo que se generaban nuevas policlínicas y el Estado se estaba haciendo cargo de la salud de las vecinas y los vecinos dejó de tener sentido. Los dentistas si funcionaron más, mientras tuvimos dentistas voluntarios funcionó bastante.

Otras actividades se fueron adaptando a las políticas del Estado, a veces con cierta tensión. En algún punto a veces cuesta un poco la relación Estado y organizaciones de la sociedad civil, hay momentos que el Estado parece que te considera parte, como que tenés que asumir el rol del Estado y en otros momentos toma distancia y te fiscaliza.

Convenia contigo sabiendo que sos de una manera, nosotras cristianas por ejemplo y hubo una época que hasta era todo un problema tener una imagen religiosa en la pared, en una idea un poco limitada de lo que es laicidad en Uruguay. Es como una negociación permanente pero creo que nos pasa a todas las organizaciones sociales con el Estado.

Viviana: Es una negociación un tanto desigual, porque a cambio de la partida dinero te exigen una contrapartida totalmente desigual a lo que ofrecen. Somos un convenio, pero en realidad el que manda es el que pone el dinero y no el que pone el recurso.

Macarena: En estos últimos años se sintió mucho la falta de algunos recursos que antes había en los territorios como los Socat, algún ETAF, etc. y de alguna forma recaen sobre los equipos técnicos de los Centros juveniles, de los CAIF o clubes de niños, que tenés que hacerte cargo de cosas que indudablemente después te quita energía para otro tipo de tareas que tendrías que tener con los chiquilines. Eso es un tema que nos preocupa a todas las organizaciones.

¿Club de niños hay acá?

Macarena: Para niños en edad escolar recientemente abrimos eñ Club de Niños y Niñas «El arca de la Alegría» en el Barrio Unidos. No está en La Casilla físicamente, pero es de nuestra congregación y buena parte de los adolescentes del Centro Juvenil vienen del Barrio Unidos y tienen a sus hermanos en el Club de Niños. Allá hace unos años funciona un merendero y se realizan diversos tipos de apoyo a las familias.

Otras actividades que se llevan adelante en La Casilla

Macarena: Funciona el consultorio jurídico semanalmente, que hacen un trabajo muy lindo en temas de familia. También desde hace unos años hay un grupo de Narcóticos Anónimos, que funciona de lunes a viernes. Los grupos de narcóticos funcionan con una dinámica propia, la misma gente en recuperación acompaña y se ayudan mutuamente digamos, no hay una persona externa.

También hay un grupo de terapia floral con personas de Flores del Uruguay, una clínica que hay en Carrasco y tienen actividades en barrios. Desde hace unos años están aquí y atienden una vez al mes.

¿En qué redes barriales participa La Casilla?

Macarena: La que está muy presente en varios espacios es Karen, que participa de las redes de usuarios de la salud y en apoyo a grupos de salud mental que tienen un trabajo comunitario muy lindo en el PTI.

Hace poco se constituyó la red contra la violencia sexual, en la que también estamos participando activamente. Es una red que trata un poco de unir datos y sensibilizar en torno a la problemática del abuso y de la trata de personas, que son realidades que a veces parecen lejanas pero no y han existido casos de desaparición de chicas acá mismo en nuestra zona oeste.

Viviana: Después como un poco más en lo formal, participamos en la UET (Unidad de Educación Territorial). Encuentros con otros centros juveniles, el CAIF participa en la red de infancia. Tenemos bastante coordinación con las instituciones de la zona, también con las de educación formal como el liceo 22, el 47, con la UTU.

Macarena: A nivel eclesiástico, en algún tiempo hemos estado más ligadas a la comunidad de los salesianos en la plaza Lafone o a la parroquia acá, también acompañamos un poco en otras zonas de Montevideo como el barrio Gori, el Tapir, son un poquito más lejanas pero de la zona.

¿Cuál es la actividad eclesiástica que tienen hoy en día?

Macarena: En el barrio Gori, hay una capillita que en realidad pertenece a la parroquia de Santiago Vázquez y hace unos años que nos pidieron apoyo pastoral, estamos yendo los viernes a un grupito con señoras que hacen una reflexión bíblica y los sábados entre el barrio El Tapir y el GORI desarrollamos una actividad más de catequesis con niños, preadolescentes y después la parte de las celebraciones.

A raíz de eso a veces organizamos actividades con el grupito de la capilla, como el día del niño, tratamos de hacer cosas en el beneficio del barrio, organizamos algún paseo para los niños, ese tipo de cosas que son una mezcla de trabajo eclesial y barrial.

En este momento en La Teja mismo tenemos poca actividad eclesial, más que participar de la celebración dominical. Estamos siempre con la idea de hacer algún grupo de catequesis ya que algunos adolescentes han demandado ese espacio.

Viviana: En realidad tenemos una idea muy cristiana del asunto día a día y la idea es transmitir valores cristianos y no necesariamente que tengan catequesis o que vengan a tomar la comunión.

Macarena: Nosotros las Hermanas, en nuestro día a día tenemos momentos explícitamente cristianos, de oración, desde momentos personales hasta barriales.

Viviana: No todas las personas que trabajan o participan acá tienen un credo o una fe católica apostólica romana. Por el contrario, hay mucho más gente que no tiene religión a los que practicamos.

Macarena: Nuestra forma de trabajar implica en que no necesariamente tenés volverte un católico para participar de la casilla. Eso siempre fue muy claro y muy abierto. En los momentos que se puede y que hay oportunidades, se han organizado grupos y se hace un camino de fe cuando es una demanda de parte de la comunidad.

Pensando juntos

Macarena: Uno de los espacios que actualmente hay  junto con otros vecinos, que le llamamos «Pensando Juntos». Ese espacio lo iniciamos con conversatorios, está Santiago «Pocho» Coronel, Álvaro, Juan Carlos y otra gente que se suma.

Iniciamos con conversatorios que eran de temas que nos parecía que eran buenos para compartir con el barrio. Una vez fue con Juan Manuel Petit para hablar sobre la parte carcelaria. Otra vez estuvo Nicolás Iglesias hablando de la fe y la resistencia. Estuvo Gerardo Caetano, uno de los objetivos fue durante el año ir trayendo gente que nos pueda ayudar a analizar y reflexionar sobre los 50 años del golpe de Estado. A veces se pierde esa memoria y parte de que no se repitan las mismas cosas es poder hablarlas con los más jóvenes sobre todo. 

Estuvimos haciendo entrevistas también a vecinos que por distintos motivos tuvieron protagonismo o cosas para contar de esa época. Una fue al padre Giancarlo Bonetta, un italiano que fue párroco durante unos años en tiempo de dictadura y a Raquel Díaz una vecina que está en el consultorio jurídico. En La Casilla hubo hasta algunas reuniones de SERPAJ, que tuvo una labor importante en dar a conocer también fuera del país lo que estaba pasando en Uruguay como una forma de presionar hacia una salida de la dictadura.

El día a día de La Casilla

Macarena: El juvenil y el CAIF funcionan diariamente. El Juvenil los lunes y los viernes por la mañana, martes, miércoles y jueves por la tarde. Los narcóticos anónimos están todos los días a las 18 horas. Los martes generalmente a las 16:30 está el consultorio jurídico gratuito pero tienen un teléfono que hay que agendarse previamente. Mensualmente están los grupos de terapia floral. Una vez al mes acogemos a un curso de educación popular del Centro Martin Luther King.

No tenemos día fijo, pero siempre estamos organizando actividades con el grupo del conversatorio Pensando juntos. Después hay otras actividades que desarrollamos afuera, por ejemplo con las feministas cristianas que hay un grupo que está acompañando a las trabajadoras sexuales en unos cursos de uñas.

Festejos del centenario de La Casilla

Macarena: Además de los 100 años de La Casilla, el Centro Juvenil cumple sus 25 años, entonces tenemos que hacer un festejo expresamente del Centro Juvenil. El 4 de octubre, que es el día de San Francisco de Asís, la idea es que puedan venir ex alumnos del juvenil, reencontrarnos, que los chicos que están ahora puedan mostrar lo que están haciendo.

El 24 de noviembre vamos a hacer una misa con todos aquellos que se quieran acercar y el 15 de diciembre, vamos a hacer algo más barrial, más popular, que todavía está en proceso de armado.

¿Con 100 años a cuestas cómo se proyecta para el futuro La Casilla? 

Viviana: Yo creo que La Casilla, las Hermanas Franciscanas del Verbo Encarnado  y la gente que ha estado cercana, hemos ido acompañando al barrio a través del tiempo y sus procesos. Pasar de guardería a CAIF, de academia a Centro Juvenil, de población focalizada a heterogénea o al revés. Acompañando los tiempos pero siempre en eso de ser abiertos a la comunidad, acompañando también hacia dónde camina la comunidad culturalmente, políticamente.

Macarena: Las hermanas somos poquitas, en este momento vivimos tres, las cosas no dependen de que estemos nosotras atrás de ellas. Personas como Viviana que están muy comprometidas con la marcha de La Casilla son muy importantes, vamos definiendo entre todos un poco a qué nos estamos dedicando. Vamos como evolucionando, puede ser que alguna cosa desaparezca y no nos preocupa. Desaparecen unas y surgen otras. Lo importante es que se responda a la realidad. 

En 100 años ha cambiado todo, no tendría sentido estar haciendo lo mismo que al principio. Además está el trabajo en red, tampoco queremos inventar la pólvora, hay gente que está haciendo cosas muy lindas en el barrio, nos importa sumar. Por la cantidad que somos no podemos estar en todos los espacios, pero sí tratamos de sumar en todos los ámbitos que podamos. En este grupo Pensando juntos han surgido muchas ideas y hemos secundado cosas que propuso Pocho, Juan Carlos o Álvaro y vamos adelante.

De hecho en la celebración del Día del Niño acá, pusimos en el afiche «apoya un barrio entero», porque recibimos apoyo de tanta gente que era imposible nombrarlos. Sentimos eso, que había mucha gente que colaboró de una forma o de otra, que donó refresco o una torta, consiguió un payaso que vino voluntario o Marisa que vino a cantar o Lucia, la Intendencia que puso algo también, esa es la idea siempre construir entre todas y todos cosas para la comunidad.

Mateo Butin