Aquel día pareció una utopía, pero a La Teja le encantan las causas difíciles, más aún las causas justas y si de justicia hablamos, un referéndum es más que justo.

Juntar firmas para cuestionar algunos artículos de la reciente Ley de Urgente Consideración fue un trabajo muy arduo, en cada esquina hubo un compañero dispuesto a contarle a los que se acercaban de qué se trataba.

Desde el puente del Pantanoso, la refinería del Ancap hasta el Cementerio de La Teja me crucé sin mentir con más de 10 mesas por Carlos María Ramírez a las que con orgullo respondí “ya firmé”.

Los días lindos, hasta el sol parecía que colaboraba con la causa y las firmas salían como balas, pero los días grises una sola firma valía el doble. Así, por más de tres meses.

La abuela de una amiga que no quería firmar, lo hizo por nosotros dijo, pero en realidad lo hizo por ella, le encanta que se puedan discutir democráticamente las cosas. Esa fue oro puro, tan valiosa.

Las últimas horas creí que no llegábamos, no conseguí ni una, ya había tocado todos mis contactos. El compromiso, la unidad y la certeza de luchar por una causa justa se contagiaron y cual si fuera un corso, mi barrio se vistió de ilusión y color.

Nos convenció mi vieja que en el 80 dijo que NO y su voz se hizo eco. O Luisa que buscó a Nebio hasta su último respiro. Al pueblo unido no se lo puede engañar, como dice la despedida de La Consecuente 2019 “La Teja como punto de partida y el lugar dónde regresar” siempre, el lugar donde regresar.

Romina Sanchez

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