Entorno a la adolescencia de los días que corren, giran varios ejes particularmente característicos de esta etapa juvenil. Como todo en la vida, ciertas percepciones pueden discrepar conforme al entorno desde donde se evalúe, como lo son la característica «bohemia» de la que se habla, la rebeldía y la «in- sumisión», junto con el «desapego» ocasional hacia los vínculos adultos.

Visto desde adentro, se podría tomar como un acomodo general del entorno, tanto amistoso como familiar y social en general. Muchas veces se definen los estilos de vestimenta e incluso los círculos amistosos.

Entorno a lo último, se produce muchas veces un «tamizado», donde algunas amistades quedan en el camino, otras surgen, y otras simplemente se mantienen. La etapa liceal, donde se produce la floración de la madurez (o no), los amigos son esos compañeros de vida que acompañan tanto en los conflictos con sus pares, como en los familiares, que se hacen bastantes palpitantes particularmente a esa edad.

Las innumerables presiones externas e internas, dentro de los círculos sociales, de estudios y, lamentablemente y en su mayoría familiares, infaltables en el día a día de los jóvenes, son la causa del intenso estrés, y de la acumulación de «pequeñas cosas sin mucha relevancia» que van tomando peso en la consciencia de cada joven, que dependiendo de cada uno de nosotros se hace más presente a la hora de repensar las cosas. En ese momento, muchas veces cuando intentamos dormir, nuestro cerebro activa el modo automático, y todas esas cosas que durante el día intentamos dejar en segundo o tercer plano, se colocan en modo «baliza» y en forma intermitente dan vueltas en nuestras ideas, una y otra vez sin parar, y sobre todo si son cosas que nos generan sentimientos intensos, de cualquier tipo, se hacen huéspedes de nuestros miedos e inseguridades.

La suma de todo lo anterior dicho, genera en muchos de nosotros, los llamados ataques de ansiedad, a la noche o madrugada, los pensamientos pesimistas, que desvaloran nuestra persona, y muchas veces arrastran a la tan temida, pero muy frecuentemente divisible, depresión.

¿Qué complicado no?, algo tan engorroso de tratar, que incluso a ojos de especialistas es un tema sumamente complejo y para una gran parte de la población, un tópico fuertemente tabú (que afortunadamente va tomando consideración) y sumamente delicado.

Sin embargo, hay un sector del cual prácticamente no se habla y que tampoco está regido a nivel profesional como se debería, es el entorno afectivo de un adolescente que padece depresión.

Ya sea amigos, familiares, pareja, etc…tener un vínculo tan cercano con una persona padeciente de esto, se hace extremadamente complicado.

Es desesperante, y genera una sensación de impotencia que nos carcome, y que cada vez va tomando más notoriedad en nuestro estado anímico, sobre todo si el vínculo es más que estrecho.

Angustia, el hecho de saber que por más intentos que realicemos, al ser menores de edad, poseemos limitaciones que hacen que la situación simplemente exceda a nuestras posibilidades.

Atemoriza, la posibilidad de que cualquier cosa que puedas decir, sea mal interpretada, y tus palabras puedan ser un arma de doble filo, y que deban ser tomadas con «pinzitas»

Y no, la solución no es siempre hablar con la familia de ese amig@ o pareja para ponerla al tanto de la situación que tanto nos preocupa, tengamos en cuenta de que muchas veces (si no la mayoría) el estrés y la desesperación vienen por esos sitios.

Estamos limitados, en una gran cantidad de aspectos, pero no nos limita la posibilidad de abrazar y de preguntar un simple «¿cómo va todo?».

La depresión no es siempre tan visible como creemos, a veces preguntamos por alguien de manera indiferente, creyendo que la respuesta va a ser un simple «ahí anda» pero recibimos un «se suicidó».

Mateo Machado – Enredados Con Estilo 47

Fragmento de la actuación 2023 de murga «Nos obligan a salir»

Probé posiones que me aliviarían

Pero las noches coparon mis días.

Voy a emprender el viaje

Voy liviano de equipaje solo con mi vida.

Mientras escribo las cosas que siento

Recuerdo miles de frases de aliento

Y suenan como un mantra…

Que en la vida todo pasa y que vas a estar contento.

¿Qué pensarían si yo les dijese, que la alegría solo se parece a un pájaro encerrado, a una flor que han deshojado, a un árbol que no crece?

Hoy me despido porque ya no puedo, con mis dolores y con mis enredos, esta es mi despedida.

El dolor que se termina es el fin del miedo.